28 de Agosto de 2023
“Me acompañan”, “es un lugar familiar”: además de lo que aprenden, los jóvenes valoran el costado humano de las propuestas salesianas.
Facundo es de Concepción del Uruguay y en su historia se refleja la de muchos jóvenes de todo el país. Quienes deben sobreponerse a situaciones de vulnerabilidad y un contexto adverso que con los años no mejora. Y quienes encuentran en las propuestas de Don Bosco - y en las personas que las integran como docentes, personal no docente y los demás estudiantes - el abrazo contenedor que sus vidas necesitan.
En cada centro de formación para el trabajo que acompañamos desde Por los Jóvenes - Don Bosco nos encontramos con palabras que dan fe de que en las Casas Salesianas, además del nivel educativo, sobresale el sentirse como FAMILIA.
“Me siento muy acompañada. Yo pensé que por ser mujer no iba a encontrar un lugar para estudiar lo que me gusta - Electricidad del automóvil - pero acá nos tratan a todos iguales”, Karen, Concepción del Uruguay.
“La Escuela Laboral es un espacio de vida gracias al cual ahora soy lo que soy”, Gonzalo, Rosario.
“Venir al Centro Salesiano me desestresa, una viene muy cargada por la vida y esto es algo que me tranquiliza mucho”, Celeste, Salta.
“Acá encontré amistad. ¿Lo que más disfruto? Estar en clase, compartir con mis compañeros”, Josué, Salta.
“Acá te ayudan a formarte como persona, me ayudó a ir cambiando mi forma de ser”, Nelson, Junín de los Andes.
"Encuentro en el CFP un lugar especial, armonioso y familiar. Para mí representa oportunidad y futuro", Abril, San Justo.
Gracias al apoyo de muchas personas estamos acompañando propuestas de formación para el trabajo en Salta, Rosario, Concepción del Uruguay y San Juan, como lo hicimos años anteriores en esos y otros lugares.
Porque en un contexto donde faltan oportunidades y crece la vulnerabilidad socioeconómica sabemos que la educación es la puerta para que muchos jóvenes puedan trabajar y mejorar su realidad y la de sus familias.
Y qué mejor que lo puedan hacer en un lugar donde se los recibe de brazos abiertos, se los escucha, aconseja y se pueden sentir en casa. Como lo resume Adriana, educadora en Salta: “¡Cuando terminan el curso los chicos no quieren irse!”.