NOTICIAS - Educación

1 de Septiembre de 2022

Sistema preventivo: educar para sembrar oportunidad


Regar en cada joven las potencialidades que tiene y darle la oportunidad de conocerlas y expresarlas. Una fórmula educativa para cualquier ámbito.

"En todo chico, por marginado o perdido que se encuentre, hay energías de bien que, si se cultivan, pueden llevarlo a optar por la fe y la honradez" – Don Bosco. En esas dos líneas se puede resumir el núcleo de este método educativo conocido como sistema preventivo. En todo chico y chica hay energías de bien. Usando un lenguaje u otro acorde con la época y el ámbito, la idea siempre es la misma: todos los jóvenes merecen la oportunidad de desarrollar sus capacidades porque ninguno carece de ellas. El sistema preventivo es la matriz educativa que pensó y difundió Don Bosco, cambiando el foco de lo que se entiende por educación. La represión da lugar a la prevención.

Potenciar más que limitar El sistema represivo está basado en el castigo y la sanción. La razón de ser principal de las reglas es reprender a quien no las cumple. El objetivo de este sistema es ajustar a todos a una norma, controlar a los que no se ajustan y limitar las desviaciones posibles.

El sistema preventivo, en cambio, es constructivo. Lo que se busca es la formación de cada joven y el acompañamiento para que puedan encontrar su vocación. Es menos una cuestión de imponer algo de afuera que de ir sembrando en el joven la semilla de una vida feliz, justa y bondadosa, señalando sus pasos en falso pero caminándolos con él para superarlos y, en esa superación, aprender.

Razón, religión, amor Ésos son los tres pilares del sistema preventivo. No son tres instancias separadas o consecutivas, sino que se retroalimentan y una constituye a la otra. La razón implica que cada joven pueda desarrollar su capacidad crítica y su juicio, para tomar decisiones y asumir responsabilidades. No está limitado a aprender datos o a sumar información dura a la memoria, sino a fortalecer la capacidad de relacionar y analizar, así como conocer sus virtudes y defectos y actuar desde ellos. La razón va de la mano con los valores cristianos. Formar buenos cristianos y honrados ciudadanos era el horizonte que proponía Don Bosco para el sistema preventivo. Esos valores cristianos nacen de hacer el bien, a uno mismo y a los demás, de construir desde el amor. Y así caemos en el tercer pilar, amor, aunque la palabra apropiada es amorevolezza. Es un amor sincero, profundo. ¿Cómo? Volcado sobre el otro y sus necesidades, no pensando en costo-beneficio sino en brindarse desde el corazón.

Clima de familia y amistad Todo lo anterior sólo es posible si se produce en un ambiente óptimo. Tiene que darse lugar a un espacio de familiaridad y comunitario . Sólo en un clima así el chico y chica puede sentirse cómodo y, a partir de allí, ser quien es y quien quiere y puede ser. El ambiente del sistema preventivo es de deber, de trabajo, de estudio, de dedicación. Pero todo ello desde el acompañamiento, la asistencia, la alegría y el compartir. Por eso no hablamos de educación pensando sólo en un alumno en un pupitre, sino que también se forma en el deporte, en el juego, en la acción sociocomunitaria, en el trabajo. La educación es integral, es para la vida y es desde la vida de cada uno. En una época de redes sociales y mundos virtuales las relaciones interpersonales son indispensables. La mano en el hombro, el abrazo, la mirada a los ojos, la palabra al oído, el “¿cómo estás?” son recursos tan antiguos y sencillos como necesarios y muy poderosos.

Educar es cosa del corazón En definitiva, el sistema preventivo es una experiencia educativa que se construye con los jóvenes y no simplemente para ellos. Por eso la guía, el consejo y la compañía paso a paso son algunas de sus bases. Es una educación no solamente de información, sino también de valores. Por eso es importante resaltar que no hay que pensar sólo en la escuela; el sistema preventivo se aplica en la recreación, el deporte, el trabajo y en todos los espacios de vida del joven. Sí se corrige, sí se marcan errores. Pero no es el fin castigar y limitar, sino orientar y descubrir. Capacidades, gustos, vocaciones. Oportunidades.

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