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21 de Febrero de 2020

“Es como una segunda casa, como una familia para mí”


Priscila lleva la mitad de su vida en Casa Oratorio Don Bosco, en un camino hecho de experiencias, sensaciones y momentos que hoy son parte de ella.

Priscila es una joven que vive en Córdoba, en un barrio humilde casi en las afueras de la ciudad. Está por cumplir 15 años y, cuando habla de algo que la ayudó a crecer, que fue moldeando su identidad y definiendo la personalidad que la caracteriza, hace referencia a un lugar. Un lugar llamado Casa Oratorio Don Bosco.

En realidad se trata de una propuesta salesiana que se desarrolla en la Parroquia San Juan Bosco y Santo Domingo Savio, donde también coexisten otros grupos como JAS (Jóvenes Animadores Salesianos), Mallín y un Batallón.

Casa Oratorio Don Bosco se compone de talleres, apoyo escolar, deportes y meriendas con las que se acompaña a niños/ y jóvenes en situación de vulnerabilidad. Fue por todas estas opciones que Priscila lleva la mitad de su vida eligiendo volver cada día: “Comencé a los 7 y desde ese momento sigo viniendo”.

El momento en que la joven conoció la propuesta era especial en su vida. Si bien desde los 5 años vive en Córdoba, es oriunda de Roque Sáenz Peña, en Chaco, y por cuestiones de trabajo y de vivienda su familia debió mudarse. Casa nueva, barrio nuevo y en una edad fundamental en la formación de la personalidad. Fue en ese momento que Casa Oratorio Don Bosco se hizo presente en su vida y se metió de lleno en su corazón.

“Yo era nueva en la ciudad de Córdoba y no conocía mucho, por lo que mi prima me invitó a participar de Casa Oratorio, donde ella estaba. Me encantó desde el primer día”, cuenta. “Me gustó mucho cómo trabajaban los profes y cómo usaban su tiempo para estar con nosotros sin ningún dinero a cambio, porque estaban por voluntad propia. También me gustaron los talleres que había”.

Priscila lleva consigo muchas situaciones en las cuales este espacio estuvo presente en su vida: “Por ejemplo si me peleaba con mi madre me apoyaba en los profes, porque son como una familia: te aconsejan y te acompañan en la vida cotidiana. Buscan la forma de ayudar y estar con uno para solucionar los problemas”.

La idea de “familia” se repite durante la conversación, así como la de “casa”. Incluso cuando tiene que resumir qué significa Casa Oratorio para ella, sentencia: “Es como una segunda casa, es como una familia para mí”.

El camino recorrido en esta propuesta despertó en la joven las ganas de replicar mucho de lo que recibió. Por eso actualmente es parte de JAS (Jóvenes Animadores Salesianos), grupo en el que se está formando para ser animadora: “Cambié un montón, personal y espiritualmente. Hoy puedo ponerme más en el lugar de los demás. Miro a los niños/as y recuerdo cómo era yo a esa edad y cómo me trataron en Casa Oratorio. Por eso tengo ganas de ser animadora y hacer lo mismo”.

Además de agradecer a la obra en general, Priscila lleva algunos nombres siempre con ella: Romina, Mariel, Natalia. “No solo me acompañaron desde siempre en Casa Oratorio, sino también en otras cuestiones, como por ejemplo para obtener una beca en el colegio. Comparto gran parte de mi vida con ellas”.

El futuro de Priscila está lleno de proyectos: seguir practicando hockey, estudiar profesorado de Educación Física, ser animadora salesiana. Y, por supuesto, volver todas las tardes a compartir risas y emociones en Casa Oratorio Don Bosco, su “segunda casa”.

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