12 de Septiembre de 2023

Argentina 2023: ¿Hay futuro para los jóvenes de hoy?

En Argentina muchos jóvenes deben dejar su lugar de origen porque no encuentran oportunidades. Cómo respondemos los salesianos a esta realidad.

Con la situación socioeconómica frágil de Argentina muchos jóvenes viven entre la incertidumbre y el deseo, o necesidad, de irse. Si no del país, de las comunidades pequeñas donde las oportunidades son escasas.

En particular porque la tasa de desocupación es tres veces mayor en jóvenes de entre 18 y 24 años que en el promedio poblacional. Si bien a nivel general la desocupación es de 6,9%, la mitad de ese universo lo conforman mujeres y hombres de hasta 29 años.

También hay que contemplar que quienes trabajan lo hacen muchas veces en condiciones informales, situación que afecta al 68,3% de los jóvenes. El número se reduce a medida que se avanza en el nivel educativo (por ejemplo con nivel primario, secundario y universitario completo), por lo cual es fundamental poder acompañar también en este plano.

Pese a la repetida frase “la salida es Ezeiza”, muchos jóvenes desean progresar en su país. Sin embargo, en muchos lugares las perspectivas se reducen y la migración se hace inevitable, una realidad que en la Patagonia se percibe con frecuencia. Sabemos que muchos jóvenes de Santa Cruz, Neuquén o Chubut se desplazan hacia grandes urbes alejadas, como Córdoba, Rosario o Buenos Aires, con la esperanza de estudiar, encontrar trabajo y desarrollarse a nivel personal.

Lo mismo ocurre en La Pampa. Allí, como en el resto de las provincias del sur, los misioneros salesianos buscan cambiar esta realidad.

Jóvenes: “Acá no hay futuro”

La comunidad de misioneros salesianos en Victorica, La Pampa, acompaña desde esa ciudad a 7 poblaciones más pequeñas, como La Humada, Loventuel y Carro Quemado, en el interior provincial.

Algo que escuchan con frecuencia de los jóvenes es: “Acá no hay futuro”. Eso significa que llega un momento en sus vidas en que dejan su comunidad y se desplazan a otras ciudades de la provincia (Santa Rosa, Gral. Acha, Gral. Pico) o incluso de otras. Estar lejos de la familia y los afectos no es fácil, pero lo ven como la única opción real de estudiar y trabajar. ¿Es realmente así?

Junto a los misioneros salesianos buscamos cambiar esta perspectiva y para eso sostenemos propuestas educativas, sociocomunitarias y pastorales en cada una de esas poblaciones del oeste pampeano.

¡Acá SÍ hay futuro!

Además de acompañar a las familias, tanto a nivel humano como en las necesidades materiales que surgen, la comunidad salesiana impulsa distintas acciones con una propuesta creativa.

Los chicos, chicas y jóvenes son los destinatarios predilectos de la obra salesiana y en estos pueblos se les brindan espacios como apoyo escolar, Oratorio (propuesta recreativa de educación no formal) y Piedra Libre.

Este último programa fue diseñado por el equipo educativo de esta provincia y hoy se está replicando en otros puntos del país. Es un espacio con una dinámica lúdica que combina juegos, actividades creativas, reflexión en grupo y merienda. Se suele hacer en espacios públicos y abiertos para invitar al barrio.

En esta propuesta como en otras siempre ponen en el centro a la persona y su vida. Las estructuras pueden ser menos rígidas para adaptarse a sus realidades. Lo mismo ocurre con las celebraciones religiosas.

Pensando en el presente y el futuro también existen instancias formativas para chicos y chicas, una propuesta para vincularlos con los de otras localidades (“Hermanando Comunidades”) y experiencias de Misión Juvenil en el que jóvenes de una ciudad comparten unos días con familias vulnerables de una comunidad rural.

Por último, y entre muchas otras acciones de intervención comunitaria, sobresalen una compostera y huertas pensadas para cuidar el ambiente y fomentar el consumo responsable con el compromiso de todas las familias.

Donde nadie llega

La presencia de Don Bosco es la única de la Iglesia católica en la zona de Victorica, por lo que tiene un papel fundamental, privilegiando la opción por los más pobres de poblaciones rurales con raíces criollas y aborigen.

Los misioneros llegan hasta La Humada, alejada a más de 500 kilómetros y sin camino asfaltado, donde no hay otras instituciones. Porque se trata de estar y compartir la vida, para que los jóvenes puedan decir: ¡ACÁ HAY FUTURO!